Comunicado del Arzobispo Salvatore J. Cordileone sobre la oración por la abolición de la pena de muerte

El Papa Francisco nos invita durante todo el mes de septiembre a rezar especialmente por la abolición de la pena de muerte. Deseo animar personalmente a los fieles a añadir esta intención a sus oraciones.

Como escribí en 2016 cuando me uní a los otros obispos de California para apoyar unánimemente las iniciativas de los votantes para abolir la pena de muerte, la respuesta a un crimen violento “no es ciertamente infligir más violencia”.

Ya es hora de que se elimine la pena de muerte de los libros.

Como escribió el Papa Francisco en su encíclica Fratelli Tutti: Sobre la fraternidad y la amistad social:  “Hoy decimos con claridad que ‘la pena de muerte es inadmisible’[247] y la Iglesia se compromete con determinación para proponer que sea abolida en todo el mundo”  (Fratelli Tutti, 263).

En 2019, el gobernador Gavin Newsom impuso una moratoria sobre la pena de muerte y en enero de este año ordenó el desmantelamiento del corredor de la muerte. Sin embargo, la pena de muerte sigue siendo una pena en el sistema judicial federal y en nuestro estado. En California, los votantes han rechazado en dos ocasiones los esfuerzos por derogar la pena de muerte.

Por tanto, nuestras oraciones deben dirigirse a cambiar las mentes y los corazones para que todos nuestros conciudadanos lleguen a creer en la importancia de preservar y alimentar toda la vida humana.

“La nueva evangelización exige seguidores de Cristo que sean incondicionalmente pro-vida: que anuncien, celebren y sirvan al Evangelio de la vida en cualquier situación”, dijo el Papa San Juan Pablo II (hablando durante una visita a Saint Louis en 1999), señalando “…la dignidad de la vida humana nunca debe ser quitada, incluso en el caso de alguien que haya hecho un gran mal. La sociedad moderna tiene los medios para protegerse, sin negar definitivamente a los delincuentes la posibilidad de reformarse”. (cf. Evangelium Vitae, 27).

Como nosotros, los obispos católicos de California, dijimos en nuestra declaración reafirmando la oposición a la pena de muerte en 2016: “Nuestro apoyo al fin de la pena de muerte se basa también en nuestra inquebrantable determinación de acompañar y apoyar a todas las víctimas del crimen… Mientras rezamos con ellos y lloramos con ellos, también debemos subrayar que el uso actual de la pena de muerte no promueve la sanación. Sólo aporta más violencia a un mundo que ya tiene demasiada violencia”.

Nuestros ministerios de justicia reparadora de la Arquidiócesis de San Francisco apoyan a las víctimas de delitos y a sus familias, a los hombres y mujeres que están en la cárcel y a los que han sido encarcelados. Con gratitud a los que llevan a cabo estos ministerios, pido que recen por ellos y por las personas a las que ayudan, por la abolición de la pena de muerte, y por el respeto a toda vida humana.