“Amiga, Esposa y Amante: la Vocación de la Misionera de la Caridad”

Homilía para la Misa de Profesión Perpetua de las Misioneras de la Caridad
24 de Mayo d 2023
Lecturas: Isa 44:1-5; 1 Cor 1:22-31; Jn 15:9-17

Introducción

Desde mi infancia todavía me recuerdo de un anuncio televisivo. El anuncio comenzaba con una monja vestida de blanco la cual cuidaba de un anciano enfermo en lo que parecía una villa empobrecida del África. En el fondo, la voz de un narrador se escucha y le pregunta dónde está y que hace. El dialogo continúa y ella le explica las condiciones miserables en las que viven. Él pregunta cuánto tiempo estará ella allí. Ella le dice que vivirá con estas personas cuanto tiempo la necesiten. El responde: “No haría eso por un millón de dólares”. La monja para, se pone de pie, ve a la cámara y dice: “Ni yo tampoco”.

Amiga

La respuesta breve de esta monja resume toda la sabiduría de la Biblia y la esencia de las enseñanzas del Señor. Es la enseñanza del amor, el único verdadero gozo que se encuentra en esta vida. Es una enseñanza de la cual Madre Teresa dio testimonio toda su vida, y que Ustedes, sus hijas espirituales, continúan modelando para nosotros, todo el pueblo de Dios.

En esta Misa, nuestras queridas hermanas han respondido, “Señor, tú me has llamado”. El Señor las ha llamado a la vida consagrada en el Instituto Religioso de las Misioneras de la Caridad. Esta es su vocación. Pero es importante también ver lo que las llama, y de hecho, lo que nos llama a todos nosotros los bautizados. En el evangelio de hoy, en la última cena, el Señor nos dice: “Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a ustedes los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que le he oído a mi Padre”. Observen la conexión que Jesús hace entre la amistad y el amor: “Nadie tiene amor más grande a sus amigos, que el que da la vida por ellos”.

Este es un sentido profundo, no superficial, de la amistad. Demostramos que somos amigos del Señor cuando, como él dice, hacemos lo que nos dice: “Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando”. La obediencia a nuestro Señor surge naturalmente del ser amados por él. Es decir, no somos nosotros los que nos hacemos sus amigos, pero demostramos que lo somos amándonos mutuamente como él nos ha amado; de lo contrario podemos perder la amistad con él.

Solamente en ese amor agape pueden combinarse la amistad y el servicio. Sí, es cierto que ya no nos llama “esclavos” (“siervos”), pero no deberíamos excluir totalmente el estatus de siervo. Los cristianos nos hemos considerado siempre siervos. El hecho de llamar a Jesús “Señor” implica que nosotros somos sus siervos. Y, Jesús – nuestro modelo – nos dice que no viene a ser servido sino a servir. En el Nuevo Testamento, el cristiano sigue siendo un siervo desde el punto de vista del servicio que debería cumplir, pero desde el punto de vista de la intimidad con Dios, el cristiano es más que un servidor.

¿No es así como funciona la amistad íntima? ¿Acaso los verdaderos amigos no quieren hacer todo lo posible para agradar al otro? Tal servicio hacia el prójimo no es una carga pero una fuente de gozo. Las instrucciones aquí no son necesarias. El que ama sabe lo que le agrada al amado y hacer todo lo posible para agradarle es un gran gozo.

Esposa

En el caso de las religiosas consagradas, el estatus de siervo lleva la amistad a un nivel más profundo en una manera singular. Es una amistad que representa el amor nupcial. Hoy nuestras hermanas se convierten en esposas de Cristo. En efecto, acaban de profesar diciendo: “Pedimos que sigamos a Cristo, nuestro esposo, y perseveremos en esta comunidad religiosa hasta la muerte”.

Este es el amor nupcial en la familia de las Misioneras de la Caridad, hasta que la muerte las separe. “Nadie tiene amor más grande a sus amigos, que el que da la vida por ellos”. Esto es muy contrario al mundo de ahora que busca solo la recompensa personal inmediata y piensa, “¿Que ganaré yo de esto?” Esto no es amor nupcial. El amor nupcial es amor de entrega mutua.

Nuestro Señor puede darnos este mandamiento porque él lo ha cumplido primero, dando su vida por nosotros, a quienes llama sus amigos. Nuestras queridas hermanas ahora van a entregar sus vidas por él, en una entrega mutua del amor agape en el que el servicio se transforma en amor de amistad, abriendo la posibilidad a comunión con Dios. Para esto nos ha creado Dios. Por el contrario, el buscarnos a nosotros mismos nos lleva al enojo y depresión del mundo de hoy y nos priva del gozo que el Señor quiere para nosotros.

Conclusión

Mis queridas hermanas, hoy se profesan como esposas de Cristo, sus más íntimas amigas, en la comunidad de las Misioneras de la Caridad. Su Madre ha modelado perfectamente esta amistad: el camino del amor agape que lleva a una intimidad con Dios la cual es un misterio de gozo en medio del sufrimiento, en el servir a los que sufren y a los más pobres de los pobres.

No hay cantidad de oro o plata que se compare con el gozo de este amor, ni siquiera un millón de dólares. Queridas hermanas: este gozo se contagia, y estamos profundamente agradecidos con Ustedes por tomar este camino. Que el Señor les conceda la gracia de perseverar en esta vocación. Que su consagración hoy a esta vida manifieste para todos nosotros el significado y el deseo de ser amigos del Señor.

Photo by Michael Collopy.