“La verdadera sabiduría y el secreto para construir una cultura de la vida”

Homilía para la Misa de la “Caminata por la Vida” de la Costa Oeste
22 de enero de 2022: Catedral de Santa María

Introducción

Hay un viejo dicho, una pregunta realmente, que es una especie de autoevaluación de la fe, una manera de medir donde uno está en términos de su camino con el Señor Jesús: “Si usted fuera arrestado por ser cristiano, ¿habría pruebas suficientes para condenarlo?”.

¿Cuáles serían esas pruebas? Las lecturas que acabamos de escuchar proclamadas en nuestra Misa de hoy nos dan la respuesta: las Bienaventuranzas. Una manera simplista de mirar a las Bienaventuranzas podría verlas solamente como una lista de esfuerzos con las recompensas correspondientes.  Pero ese no es realmente el punto.  Es mejor ver las Bienaventuranzas como el sello de la vida cristiana, muy similar a lo que Santiago nos dice acerca de la verdadera sabiduría y de lo contrario, una falsa sabiduría. Reflexionemos sobre eso por un momento.

Falsa sabiduría

Nos dice Santiago que la falsa sabiduría no viene de lo alto, sino es terrenal; él la llama irracional, y más notablemente, diabólica.  ¿Cuáles son los signos de esta influencia diabólica?  Envidias, rivalidades, desorden y “toda clase de obras malas”, quiere decir, todo lo que está malo y erróneo.  El desorden y la maldad son demoníacos, y el diablo utiliza tácticas tales como la envidia y la ambición egoísta para llegar allí.  La “ambición egoísta” significa aquí la actitud de hacer algo sólo por lo que uno puede sacar para su propio beneficio, buscando cualquier medio posible para ganar lo que uno quiere sólo para sí mismo.  Y la envidia, por supuesto, hace que uno se centre en uno mismo y nos aleja a unos de los otros.  Así que esto nos lleva de nuevo al principio.

Recuerden, al crear el universo, Dios creó el orden a partir del caos. El orden es reflejo de Dios, y Dios nos dio el poder de crear orden del caos, creándonos así a Su imagen y semejanza.  Y entonces, por supuesto, esa armonía fue interrumpida con la caída de nuestros primeros padres, cuando la raza humana se alejó de Dios. El diablo es el gran divisor, dividiéndonos de Dios y unos de otros.  Para salirse con la suya y arrastrarnos al infierno con él, utiliza la estrategia clásica de la guerra: “Divide y vencerás”.  Pero él lo hace muy inteligentemente, porque él sabe que, si nosotros viéramos el mal por lo que es, sentiríamos rechazo por él.

Religión no tan nueva

En nuestro tiempo, todo esto se ha convertido en una especie de religión propia, una religión que toma la forma de un tipo de secularismo hiperagresivo y anticristiano. Esto nos rodea hoy en día, y este tipo de secularismo tiene todas las marcas de una religión: dogmas infalibles, rituales, santos, declaraciones en formas de credos y condenación de enseñanzas heréticas junto con el castigo de los herejes que los sostienen y se atreven a hablarlas en público, índice de libros prohibidos, e incluso sacramentos. En este último punto, esta nueva religión refleja las religiones paganas, es decir demoníacas, del antiguo mundo bíblico, prácticas religiosas a las que sucumbieron incluso los elegidos por Dios.

“Inmolaron sus hijos y sus hijas a demonios; derramaron sangre inocente, la sangre de sus hijos e hijas, inmolados a los ídolos de Canaán y con la sangre profanaron la tierra”, leemos en el Salmo 106. Las palabras “demonios” e “ídolos” aquí son la misma palabra en el idioma hebreo: los ídolos, es decir, los dioses falsos, son demonios. ¿Y qué significa “los ídolos de Canaán”?

El Señor advierte a Su pueblo en el Libro del Levítico: “No sacrificarás un hijo tuyo a Moloc por el fuego, profanando el nombre de tu Dios. Yo soy el Señor” (Lev 18:21). Moloc era el dios de los antiguos cananeos a quien le sacrificaban a sus hijos, y habitaban en la misma tierra que los israelitas.  Más adelante en el Libro del Levítico, el Señor amonesta a Su pueblo aún más duramente: “Cualquier israelita o emigrante residente en Israel que entregue un hijo suyo a Moloc será castigado con la muerte. Los habitantes del país lo apedrearán.  Yo mismo me enfrentaré con él y lo extirparé de su pueblo, por haber entregado un hijo suyo a Moloc, manchando mi santuario y profanando mi nombre santo” (Lev 20:2). Lamentablemente, muchos del pueblo de Dios no escucharon y se pasaron a esta horrible práctica de sus vecinos paganos.

La nueva religión secular de nuestro propio tiempo asume esta práctica de una manera casi sacramental: en efecto, el aborto se ha convertido, para ellos, en su santísimo sacramento, es decir, lo que consideran más sagrado, la doctrina y la práctica sobre la cual se construye todo su sistema de creencias. Es por eso que vemos tal reacción visceral y violenta a cualquier regulación mínima del aborto en la ley, regulaciones que considerarían razonables incluso aquellos que creen que el aborto debe ser legal, regulaciones tal como el consentimiento informado y el consentimiento de los padres.  No debe sorprender que el primero en impugnar la “Ley de Latidos del Corazón” de Texas fue el Templo Satánico, y precisamente lo hizo en nombre de la libertad religiosa: necesitan aborto para llevar a cabo sus rituales religiosos.

Verdadera sabiduría

Entonces, todo eso es la falsa sabiduría.  Ahora consideremos la verdadera sabiduría, la sabiduría que viene de lo alto.  ¿Cómo nos dice Santiago que es esta sabiduría?  Es la vida de las Bienaventuranzas.  Lo que dice Santiago aquí, ¿no es lo que nuestro Señor enseña al proclamar las Bienaventuranzas?  Miren lo que dice Santiago de los que tienen la verdadera sabiduría: “son puros”, es decir, “limpios de corazón”; son “amantes de la paz”, porque los que trabajan por la paz son los que son verdaderamente bendecidos; son “comprensivos” y “sufridos”; son “dóciles”, que  es el verdadero sentido del “pobre de espíritu”; son “llenos de misericordia”, es decir, “misericordiosos”; “tienen hambre y sed de justicia” lo cual conlleva los “buenos frutos” a ser “imparciales y sinceros” y cosechar “frutos de justicia”.  En resumen, esta es la vida de la virtud.  Y seamos claros: “bienaventuranza” es sinónimo de “felicidad”.  Dios quiere que seamos felices, y Él nos proporciona este camino para llegar allí.  El diablo quiere que seamos miserables, él quiere nuestra muerte, él quiere arrastrarnos al infierno con él, y él nos atrae al hacernos pensar sólo en nosotros mismos y así dividirnos unos de otros y en última instancia de Dios.

El verdadero cristiano es aquel que vive de acuerdo a la verdadera sabiduría y así está en el camino de la felicidad duradera, camino que se camina por las virtudes, tanto las virtudes naturales como las teológicas.  Y Dios nos da la ayuda que necesitamos, sobre todo la gracia de la vida sacramental de la Iglesia.  Nosotros tenemos el verdadero Santísimo Sacramento.  ¿Cuánto de la profanación de la vida humana que presenciamos en nuestro tiempo se debe a la pérdida del sentido de lo sagrado, incluso lo que es más sagrado, el Santísimo Sacramento?  ¿Hacemos todo lo posible para respetar la integridad del Santísimo Sacramento y evitar su profanación, recibiéndoLo reverente y dignamente, dando siempre a Dios lo mejor nuestro en adorarLo?

¿Cuántos hay que afirman ser cristianos y, sin embargo, han sido cooptados sin sentido por la nueva religión secular y su falso santísimo sacramento?  Son como los israelitas de la antigüedad que se entregaron al culto de Moloc.  Pero sólo hay un Santísimo Sacramento; vivir como si hubiera dos trae profanación de lo que es sagrado en ambos frentes: el Pan de Vida en el altar y la vida humana en el vientre.

El esfuerzo continúa

Y sin embargo, la razón por la que estamos viendo una reacción tan extrema por parte de los protagonistas de esta nueva religión es precisamente por el progreso que se está haciendo en el movimiento para afirmar la dignidad e inviolabilidad de la vida humana en el vientre.  Eso es gracias a todos ustedes.  ¡Gracias a ustedes!  Estamos, por supuesto, en un momento muy crucial, mientras rezamos con gran esperanza por una decisión de la Corte Suprema que respete este principio sagrado en el caso Dobbs vs. Jackson Women’s Health sobre la ley de Mississippi que prohíbe el aborto después de quince semanas de gestación.  Pero no pensemos que podemos relajar nuestros esfuerzos incluso con la decisión correcta.  En cualquier caso, nuestros esfuerzos continuarán. 

El diablo no se detendrá hasta que sea derrotado y regrese definitivamente al infierno cuando nuestro Señor regrese.  Siempre habrá ataques contra la dignidad de la vida humana, y se intensificarán.  Nuestro propio gobernador ha prometido hacer de California un estado santuario para el aborto, que es decir un estado santuario para matar, para matar a los inocentes, un estado santuario para la adoración de Moloc.  Así que seguiremos trabajando para construir una cultura de la vida, defendiendo la vida, dando amor, apoyo, y todo lo que necesiten a las mujeres en crisis de embarazo para que sepan que son valoradas, respetadas, y tienen amigos caminando con ellas en tiempo de angustia, dándoles la oportunidad de tomar la decisión más feliz de todas, la decisión por la vida.  Al hacerlo, tendremos muchas oportunidades para vivir la última Bienaventuranza.

No olvidemos la última Bienaventuranza; es la Bienaventuranza en la que nuestro Señor cambia de la tercera persona, “Dichosos los que…”, a la segunda persona, “Dichosos serán ustedes…”, haciéndolo así muy directo y personal: “Dichosos serán ustedes, cuando los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por causa mía”.  Es cuando sabemos que tendremos motivos para regocijarnos, porque estaremos agradando a Dios e identificándonos con su Hijo: “Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos”.

Conclusión

Podremos alegrarnos así sólo si hacemos el trabajo más importante de todos: vivir de acuerdo a la verdadera sabiduría.  Todo lo demás que hagamos será ineficaz si no hacemos lo más importante, vivir la vida de la bienaventuranza, la vida de las virtudes.  La solución para construir una cultura de vida es ser verdaderos cristianos, los que viven de la verdadera sabiduría: pureza, preservando un corazón limpio y una mente limpia, ojos puros que miran al otro y ven al otro como otro ser humano con dignidad dada por Dios y no un medio para un fin, nunca buscando mi propio placer o buscando lo que podría sacar de la relación, sino afirmando el valor del otro para el bien del otro; el espíritu de pobreza que busca la voluntad de Dios y la cumple sin importar el costo, sabiendo que Dios proveerá todo lo que necesitamos para encontrar felicidad con Él; siendo constantes y sinceros en nuestra fe, constantes en su práctica y devoción, frecuentando el sacramento de la Penitencia para venerar como siempre el don sagrado que Dios nos da en el altar y en el otro; una vida comprometida con las obras de caridad, buscando siempre el bien del otro por el bien del otro.

Que Dios nos conceda la gracia de vivir de esta manera, de acuerdo con Su plan, para que, si alguna vez somos arrestados por ser cristianos, haya pruebas más que suficientes para condenarnos.  Entonces podremos alegrarnos y ponernos contentos, porque la conciencia pura es la que gana al final, y Dios nos concederá una gran recompensa en Su reino celestial de luz, descanso y paz sin fin.