“Resumen de la Homilía para el Rito de la Elección”

A medida que salimos de la pandemia, estamos agradecidos de poder comenzar a quitarnos las mascarillas que hemos estado usando.  Esta experiencia nos ha ayudado a apreciar cuánto nos comunicamos a través de las expresiones faciales.  Pero la máscara es una técnica que el diablo usa a su propia manera para hacernos tropezar: enmascara el mal para que el mal nos parezca atractivo.  Él tiene que hacer esto, porque si viéramos el mal por lo que realmente es, seríamos repelidos.  Vemos esto en las tentaciones que el diablo le presentó a nuestro Señor durante su ayuno de cuarenta días en el desierto.  Lo mismo hace con nosotros.

Es por eso que la Iglesia nos regala en este tiempo de Cuaresma prácticas espirituales que agudicen nuestra mente y aclaren nuestra visión para ver las artimañas del maligno y tener el vigor espiritual para resistir, y así vivir de mejor manera.

Escuchamos sobre estas prácticas el miércoles pasado, como hacemos cada año en la Misa de Miércoles de Ceniza.  Este tiempo de Cuaresma está marcado muy especialmente por las prácticas de ayuno, esfuerzos adicionales en la oración, y limosnas más enfocadas junto con otros actos de caridad.  Éstas son las herramientas que nuestro Señor nos da para agudizar nuestra visión y fortalecer nuestra resistencia espiritual, para que podamos ver el bien y alcanzarlo.

¿Y cuál es el punto de todo esto?  San Pablo nos dice en su Carta a los Romanos: “basta que cada uno declare con su boca que Jesús es el Señor y que crea en su corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, para que pueda salvarse.”

“Jesús es el Señor y Dios lo resucitó de entre los muertos.”  Ésta es la profesión cristiana básica de fe con la boca, pero también que uno tiene que creer en el corazón, es decir, vivir la fe en todas las dimensiones de la vida.  Hacemos esta profesión de fe en medio de la Iglesia, porque es en la Iglesia, es decir en la parroquia, que vivimos nuestra fe y quedamos fortalecidos para permanecer fieles a nuestro Señor. 

Por lo tanto, deseo aprovechar esta oportunidad para agradecer a todos ustedes que tan generosamente han compartido su fe, tiempo, atención y energía para llevar a nuestros hermanos al encuentro salvífico con Cristo, o a un encuentro renovado y más profundo con él.  Y les doy las gracias también a todos ustedes que han respondido a esta gracia.  Esperamos con alegría darles la bienvenida esta Pascua cuando se junten con nosotros en la Mesa Eucarística del Señor.

Photo by Dennis Callahan, Archdiocese of San Francisco