La Jornada Cristiana: Pasaje del Miedo de las Tinieblas al Temor de la Luz
Homilía – Misa para el V Encuentro
Misa Votiva de la Virgen María, Fuente de la Vida y la Luz
Introducción
Según nuestra querida tradición en la Iglesia, ofrecemos esta Misa en el día sábado en veneración de la Santísima Virgen María. Ofrecemos la Misa Votiva, “La Virgen María, Fuente de la Vida y la Luz.”
El Bautismo
Esta Misa Votiva es particularmente indicada durante este período de la Pascua: el mismo título de la Misa hace referencia al Bautismo. El Bautismo es el sacramento que da la vida, quita el pecado. Oímos en la primera lectura que los que oyeron la proclamación de San Pedro en el día del Pentecostés “preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: ‘¿Qué tenemos que hacer, hermanos?’ Pedro les contestó: ‘Conviértanse y bautícense todos en nombre de Jesucristo para que se les perdonen los pecados, y recibirán el don del Espíritu Santo.’” Ahora, el pecado lleva a la muerte, y el Espíritu da la vida, la vida divina dentro de nosotros. Recuerden como en la creación Dios sopló en la nariz de Adán, dándole la vida, la vida que es Su Espíritu.
El bautismo también nos da la luz de Cristo. Es por eso que desde los tiempos antiguos este sacramento se llama también el sacramento de la “iluminación,” es decir, nos permite ver las cosas bajo una nueva luz, caminando a la luz de Cristo, capaz de conocer y entender las realidades más profundas de la vida que antes – en las tinieblas – no nos era posible.
Ahora, la Virgen María es símbolo de esa fuente del bautismo: como dice la oración colecta, “… la Madre Iglesia dio a luz a hombres celestiales por la vida surgida de la fuente virgen del bautismo.” En el Prefacio, al inicio de la Plegaria Eucarística, vamos a orar que Dios estableció “… que los sacramentos de la Iglesia se realizaran místicamente lo que se había cumplido en la Virgen María: la Iglesia da a luz en la fuente del Bautismo a nuevos hijos concebidos virginalmente por la fe y el Espíritu…”
La Jornada Cristiana
Ahora, como ejemplo de lo contrario tenemos la figura de Nicodemo. San Juan en su Evangelio es muy particular, y nos da este detalle: dice que Nicodemo fue a ver a Jesús de noche: de noche porque todavía no conoció a Jesús. Sí, sabía cosas de Jesús. Por ejemplo, reconoce sus grandes obras; como dice el Evangelio, Nicodemo dice, “nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él.” Y le da a Jesús el título de “Rabí,” un título de grande respeto.
Sí, sabía cosas de Jesús, pero no conoció a Jesús – todavía estaba en las tinieblas, porque no tenía la oportunidad de encontrar a Jesús personalmente. Ahora sí – después de este encuentro, Nicodemo sí se hace discípulo, porque ahora conoce a Jesús personalmente, después de este encuentro.
Así es con nosotros: si sabemos cosas de Jesús, pero no conocemos a Jesús, nosotros también permanecemos en las tinieblas.
Consideren como es estar en las tinieblas: significa incertidumbre, todo desconocido – así, miedo por ser vulnerable, es decir, algo que puede hacerte daño y no tienes la posibilidad de verlo o saberlo de antemano y así protegerte. Entonces, estar en las tinieblas significa miedo. Miedo es la intimidación que uno siente en frente de una amenaza grave, de un posible daño serio al cual uno no tiene los recursos adecuados para defenderse.
Esta no es la disposición de un discípulo de Jesucristo. La disposición, o la actitud, de un discípulo no es el miedo, sino el temor, el temor de Dios. Miren que no se habla de “miedo de Dios,” ¿verdad? ¡Miedo de Dios es algo completamente diferente! Al contrario de la intimidación, el santo temor significa reconocer el dominio de Dios sobre nuestra vida, es la capacidad de apreciar Su grandeza y santidad; se caracteriza por el sentido de lo sagrado.
El amor no puede existir con el miedo, pero el temor, sí: el amor perfecto quita todo miedo, y llena el creyente con la sensibilidad de lo sagrado y el amor a Dios por Su santidad, y el deseo de imitarla. En realidad, la jornada Cristiana es el pasaje, o talvez mejor decir la peregrinación, del miedo al temor y de saber a conocer – de saber cosas de Jesús a conocer a Jesús.
Ahora, tengo que decirlo muy claramente: el estudio de la fe es muy importante, es muy importante; de hecho, es absolutamente necesario para conocer a Jesús, no se puede sin ello. Pero la cosa es que en sí misma es insuficiente, ni es lo más importante. No se puede conocer a Jesús sin la familiaridad personal. Por eso, se necesita también, y ante todo, la oración: la oración, la cosa más importante; y luego poner todo en práctica por medio de nuestra vocación, por la cual vivimos las exigencias del Evangelio en nuestra vida de modos muy concretos de la vida de día tras día. Debemos también comprometernos a las buenas obras – de la justicia y la caridad.
Discipulado
Todo esto – oración, estudio, buenas obras – es necesario para salir de las tinieblas y caminar a la luz de Cristo con el santo temor de Dios. Pero hay una cosa más, por la cual estamos aquí este fin de semana: ¡la llamada a difundir esta luz!
Tristemente, hay mucho miedo en el mundo actual a causa de la violencia. Tenemos mucha violencia: el terrorismo en el mundo, y siempre más la violencia en nuestras comunidades, incluso trágicamente a veces hasta en nuestras familias. Hay miedo a causa del poder que tiene la sociedad sobre nuestras vidas, y de modo particular el gobierno: las amenazas de ser castigado por vivir según los valores y principios de nuestra fe en completa; amenazas a las familias, y peligro de la separación de las familias, especialmente por ciertas normas de aplicación del gobierno.
Todo esto, y aún más, sí, es causa del miedo – el miedo que es falta de temor. Parece una contradicción, talvez algo un poquito tonto, pero el que entiende, entiende bien, que el que tiene temor – el santo temor – ¡no teme nada! Es el que conoce a Jesús y vive en su luz – es una grande gracia, y ninguna fuerza de este mundo puede quitársela.
Esta es la Buena Nueva, y nos toca a nosotros compartirla con los que todavía viven en las tinieblas, llenos de miedo. Jesús depende de nosotros para ser el medio del encuentro con él – es por eso que estamos aquí, ¿no? Este es un encuentro – el Quinto Encuentro. Sí, es un encuentro de los unos con los otros, y es una grande alegría para todos nosotros estar juntos aquí. Pero es con el fin de encontrar a Jesús, para que seamos capaces de guiar a otros a este encuentro de gracia y alegría.
La Virgen Nos Ayuda
Y podemos tener confianza porque tenemos a la Santísima Virgen María – está siempre con nosotros para ayudarnos. En un cierto momento de la historia ella fue la fuente de vida y luz – vida y luz que es su Hijo – cuando por medio de ella se hizo hombre, se tomó nuestra pobre carne humana.
Pero no termina allí: ella está siempre con nosotros, ahora ayudándonos desde el cielo. Lo que hizo una vez físicamente en la historia continúa haciéndolo para sus hijos espiritualmente desde el cielo. Por eso, hermanos y hermanas, confiemos en ella: en su ayuda, en su intercesión, en su amor maternal. Ella nunca nos defraudará. Nos mantendrá siempre a la luz de su divino Hijo, para que seamos instrumentos de esa paz para los demás. Instrumentos de su luz y de su alegría.
Conclusión
Es ella quien nos acompaña al encuentro final, total y perfecto con su Hijo, donde todo miedo es conquistado y expulsado, para que compartamos la gloriosa vida con él por toda la eternidad.
Amen.